Muchos de nosotros creímos en la primera versión de los hechos dada por el joven Dairon. Hay casos en los que los ladrones son los que acusan a sus victimas de haberlos robado, solo para causar confusión y poderse escapar. 𝗡𝗼 𝗼𝗯𝘀𝘁𝗮𝗻𝘁𝗲, 𝗲𝗹 𝗵𝗲𝗰𝗵𝗼 𝗱𝗲 𝗾𝘂𝗲 𝗗𝗮𝗶𝗿𝗼𝗻 𝗵𝗮𝘆𝗮 𝗺𝗲𝗻𝘁𝗶𝗱𝗼 𝘀𝗼𝗯𝗿𝗲 𝗹𝗼 𝗼𝗰𝘂𝗿𝗿𝗶𝗱𝗼, 𝗻𝗼 𝗱𝗲𝘀𝘃𝗶𝗿𝘁𝘂́𝗮 𝗹𝗮𝘀 𝘁𝗮𝗻𝘁𝗮𝘀 𝗶𝗻𝗷𝘂𝘀𝘁𝗶𝗰𝗶𝗮𝘀 𝗿𝗮𝗰𝗶𝗮𝗹𝗲𝘀 𝗾𝘂𝗲 𝗼𝗰𝘂𝗿𝗿𝗲𝗻 𝗲𝗻 𝗲𝘀𝘁𝗲 𝗽𝗮𝗶́𝘀, 𝘀𝗼𝗯𝗿𝗲 𝘁𝗼𝗱𝗼 𝗹𝗮𝘀 𝗱𝗲 𝗶́𝗻𝗱𝗼𝗹𝗲 𝗲𝘀𝘁𝗿𝘂𝗰𝘁𝘂𝗿𝗮𝗹. Ahora, con nuevas evidencias a la mano, son varias las lecciones que nos ha dejado este acontecimiento:
1. Tres días después de lo sucedido, la única información que los colombianos teníamos de los hechos era la versión dada por Dairon. Por lo visto, habría que esperar más tiempo para conocer la versión completa de lo acontecido antes de emitir opinión alguna con base en las pruebas existentes.
2. Dairon abusó de todas las personas que rechazamos la violencia y el racismo, así como de nuestra solidaridad y buena fe, al no contar la verdad desde un principio. 𝐄𝐬 𝐬𝐮 𝐝𝐞𝐛𝐞𝐫 𝐩𝐞𝐝𝐢𝐫𝐥𝐞 𝐩𝐞𝐫𝐝𝐨́𝐧 𝐚 𝐥𝐚 𝐬𝐨𝐜𝐢𝐞𝐝𝐚𝐝 𝐲 𝐫𝐞𝐬𝐩𝐨𝐧𝐝𝐞𝐫 𝐚𝐧𝐭𝐞 𝐥𝐚𝐬 𝐚𝐮𝐭𝐨𝐫𝐢𝐝𝐚𝐝𝐞𝐬 𝐩𝐨𝐫 𝐞𝐥 𝐞𝐫𝐫𝐨𝐫 𝐜𝐨𝐦𝐞𝐭𝐢𝐝𝐨. También es nuestro deber, como sociedad, perdonarlo y guiarlo para que sea un ciudadano de bien y para que saque adelante a su familia de una manera honesta.
3. Según las autoridades, fue evidente que a Dairon lo golpearon por robar, por sospecha y porque sí. 𝗘𝗹 𝗽𝗿𝗲𝗷𝘂𝗶𝗰𝗶𝗼 𝗿𝗮𝗰𝗶𝗮𝗹 𝗵𝗮𝗰𝗲 𝗾𝘂𝗲 𝗹𝗮 𝗴𝗲𝗻𝘁𝗲 𝗮𝗰𝘁𝘂́𝗲 𝗱𝗲 𝗺𝗮𝗻𝗲𝗿𝗮 𝗺𝘂𝗰𝗵𝗼 𝗺𝗮́𝘀 𝗮𝗶𝗿𝗮𝗱𝗮, 𝗶𝗻𝘁𝗲𝗻𝘀𝗮 𝘆 𝗱𝗲𝘀𝗽𝗿𝗼𝗽𝗼𝗿𝗰𝗶𝗼𝗻𝗮𝗱𝗮 𝗰𝘂𝗮𝗻𝗱𝗼 𝗹𝗮𝘀 𝗽𝗲𝗿𝘀𝗼𝗻𝗮𝘀 𝗮𝗳𝗿𝗼𝗱𝗲𝘀𝗰𝗲𝗻𝗱𝗶𝗲𝗻𝘁𝗲𝘀 𝗰𝗼𝗺𝗲𝘁𝗲𝗻 𝗮𝗹𝗴𝘂́𝗻 𝗲𝗿𝗿𝗼𝗿 𝗼 𝘀𝗲 𝘀𝗼𝘀𝗽𝗲𝗰𝗵𝗮 𝗱𝗲 𝗲𝗹𝗹𝗮𝘀. Nuestros errores muchas veces son cobrados más caros; y en algunos casos, con la vida misma.
4. No podemos escudarnos en la discriminación y en el racismo, como muchos lo hicieron, argumentando que lo que le sucedió a Dairon fue, exclusivamente, por ser afrodescendiente. Eso le hace daño a la justa lucha contra la discriminación y el racismo que se lidera en Colombia. 𝗟𝗮 𝗽𝗿𝗮𝗰𝘁𝗶𝗰𝗮 𝗯𝗮́𝗿𝗯𝗮𝗿𝗮 𝗱𝗲 𝗹𝗶𝗻𝗰𝗵𝗮𝗿 𝗮 𝗹𝗼𝘀 𝗹𝗮𝗱𝗿𝗼𝗻𝗲𝘀, 𝗹𝗮𝗺𝗲𝗻𝘁𝗮𝗯𝗹𝗲𝗺𝗲𝗻𝘁𝗲, 𝗲𝘀 𝘂𝗻𝗮 𝗰𝗼𝗻𝘀𝘁𝗮𝗻𝘁𝗲 𝗲𝗻 𝗲𝘀𝘁𝗲 𝗽𝗮𝗶́𝘀.
5. Es entendible la solidaridad que despertó este caso entre el pueblo colombiano. En pleno siglo XXI, es impresionante ver como un grupo de personas golpea brutalmente a otra, especialmente en un Estado de Derecho, donde todos estamos sujetos a códigos y procesos legales. El linchamiento es algo perverso, es algo propio de países bárbaros. 𝗤𝘂𝗶𝗲𝗻 𝗰𝗼𝗺𝗲𝘁𝗲 𝘂𝗻 𝗹𝗶𝗻𝗰𝗵𝗮𝗺𝗶𝗲𝗻𝘁𝗼 𝘁𝗮𝗺𝗯𝗶𝗲́𝗻 𝗲𝘀𝘁𝗮́ 𝗱𝗲𝗹𝗶𝗻𝗾𝘂𝗶𝗲𝗻𝗱𝗼.
6. Es más entendible aún la indignación de la comunidad afro. La primera versión de los hechos indicaba que Dairon había sido violentado por el color de su piel. Los actos de discriminación racial que nuestros coterráneos experimentan a diario nos llevan a pensar que, en casos como este, le creerían más a un mestizo ladrón que a un afrocolombiano honesto. Ejemplos abundan entre nuestros coterráneos.
7. Independientemente de los hechos, y aunque el sistemajudicial de nuestro país esté desacreditado, 𝗻𝗶𝗻𝗴𝘂𝗻𝗮 𝗽𝗲𝗿𝘀𝗼𝗻𝗮 𝘁𝗶𝗲𝗻𝗲 𝗱𝗲𝗿𝗲𝗰𝗵𝗼 𝗮 𝗵𝗮𝗰𝗲𝗿 𝗷𝘂𝘀𝘁𝗶𝗰𝗶𝗮 𝗽𝗼𝗿 𝗺𝗮𝗻𝗼 𝗽𝗿𝗼𝗽𝗶𝗮. Tenemos que seguir presionando para que la Justicia en este país funcione y sea igual para todos.
8. No podemos caer en el juego de estigmatizar a toda una comunidad, ni de personalizar o privatizar los actos de racismo. De igual manera, debemos avanzar y dejar en el pasado, y de una vez por todas, prácticas arcaicas como el racismo y el linchamiento público.
9. 𝗔 𝗽𝗲𝘀𝗮𝗿 𝗱𝗲 𝗹𝗮𝘀 𝗱𝗲𝗰𝗲𝗽𝗰𝗶𝗼𝗻𝗲𝘀,𝘁𝗲𝗻𝗲𝗺𝗼𝘀 𝗾𝘂𝗲 𝘀𝗲𝗴𝘂𝗶𝗿 𝗰𝗿𝗲𝘆𝗲𝗻𝗱𝗼 𝗲𝗻 𝗹𝗮 𝗵𝗼𝗻𝗲𝘀𝘁𝗶𝗱𝗮𝗱 𝘆 𝗯𝘂𝗲𝗻𝗮 𝗳𝗲 𝗱𝗲 𝗹𝗮𝘀 𝗽𝗲𝗿𝘀𝗼𝗻𝗮𝘀. Muchos colombianos son discriminados y violentados en este país, ya sea por cuestiones de etnia, sexo, estrato social u orientación sexual. Hace apenas 70 años, los colombianos nos matábamos entre sí por diferencias políticas.
10. De nosotros depende seguir combatiendo la desigualdad económica y social que se vive en Colombia, avanzar como sociedad civilizada y respetuosa de las normas y seguir trabajando para que, independientemente de los hechos, casos como este no le suceda a ningún otro colombiano.